Vivimos en un mundo globalizado donde los problemas que surgen en la población son los de toda la humanidad,ya que no afectan solo a la nación en la que se producen sino que sus efectos trascienden las fronteras.
Es el caso de la transmisión y propagación de enfermedades que estos días estamos viendo en Haití, donde el cólera ya ha llegado a Puerto Príncipe y donde la organización Médicos sin fronteras ha confirmado que la epidemia de cólera se ha cobrado ya más de 300 víctimas y 3.000afectados en una semana
Una mujer con el niño es en el hospital de Saint Nicholas en Saint Marc
Por su parte, el gobierno haitiano ha afirmado que la llegada de esta enfermedad no ha sido una sorpresa, y que en diferentes escenarios internacionales ya alertó sobre la posibilidad de la llegada de ésta y otras enfermedades tras el terremoto del pasado enero.
Ahora las condiciones higiénicas y el acceso al agua potable son extremas para los 1.2 millones de desplazados que viven en tiendas de campaña y a los que es necesario reubicar.
Según ha explicado David Olson, especialista en cólera de MSF en Haití «la mejor forma de contener la propagación del cólera es previniéndolo y asegurándonos de que la población tiene acceso al agua potable».
En este momento la operación de emergencia sanitaria se centra todavía en las zonas rurales a orillas del río Artibonite, donde se ha registrado el supuesto foco de una enfermedad que se transmite por agua y comida contaminada.
Según la Organización Mundial de la Salud , en un momento cualquiera, dos de cada mil personas – tres cuartas partes de ellas, menores de cinco años – sufren algún tipo de enfermedad relacionada con el consumo de agua contaminada o de mala calidad y la mitad de los africanos sufrirá en algún momento de su vida problemas de salud por esta causa.
Lo cierto es que, en este contexto, resulta paradógico que siendo África uno de los continentes con mayor caudal de agua sea el continente con mayores tasas de población sin acceso al agua potable y al saneamiento.
Ante este grave falta, decenas de iniciativas solidarias trabajan ya en la canalización del agua en algunos rincones de África, realizando zanjas que permitan el acceso de los poblados al agua potable para tratar de evitar enfermedades como el cólera , el tifus y la disentería, provocadas por la utilización del agua en malas condiciones de pureza.
Así, tras las inundaciones, las aguas retenidas son un foco continuado para la extensión de enfermedades a través de los mosquitos, algo evitable a través de la construcción de recogidas de agua y canalización que permita el acceso al agua potable.
Situados en el siglo XXI y con todos los avances tecnológicos en la sociedad del primer mundo,deberíamos de estar avergonzados de mantener todavía a la humanidad en este estado de injusticia.
No podemos seguir esperando a que sean los actores internacionales quienes atajen esta situación, primero porque es injusto y segundo porque la grave falta de la solidaridad no nos puede dejar impunes ante una situación de pasividad semejante.
Se hace por tanto urgente poner en marcha todas la inversionesposibles para transformar “parques tecnológicos y otras inversiones varias” en la infraestructura necesaria para la canalización del agua en todos los continentes y para asegurar el acceso a la vida y a la salud de todos los seres humanos.
En definitiva la solidaridad debe de convertirse en el motor económico, tecnológico y humano que asegure la dignidad y la supervivencia.Se hace por tanto urgente poner en marcha todas la inversionesposibles para transformar “parques tecnológicos y otras inversiones varias” en la infraestructura necesaria para la canalización del agua en todos los continentes y para asegurar el acceso a la vida y a la salud de todos los seres humanos.